martes, 22 de julio de 2008

HISPANIA Y ESPAÑA (I)

I. UNA INTERESANTE EXPERIENCIA INTERCULTURAL

Ayer tarde estuve en un "Chino" como dicen en mi ciudad. El vocablo "chino", aparte de una realidad étnica, alude a dos variables posibles alternativas: un restaurante (calidad media, precio increíble) o un bazar. Uno de estos bazares donde pueden adquirirse todos los productos imaginables. Siempre es agradable poder comprar productos nacionales y españoles a precios irrisorios, en éste caso una carpeta ( manufacturada en Levante).
Cuando salía, también es interesante, en las escasas ocasiones que lo he frecuentado, suena habitualmente y ayer sonaba una cadena musical con sus peculiares melodías y los empleados, en ocasiones, miraban películas chinas. El amable dependiente ayer, cuando le preguntaba por sus canciones chinas y películas chinas, me mostró en su ordenador, en fondo de pantalla, una alameda con una arboleda de gigantescos árboles centenarios y otoñales con hojas de color anaranjado en una gran variedad de matices cromáticos.
"¿Así vé a su Patria?" le pregunté. "Achí ech mi patlia...Xina" me contestó, sus ojos emocionados y brillantes, desde su exilio en Europa. "Así ví una vez España cuando estuve fuera largo tiempo" le dije "una alameda de árboles centenarios". Me miró sonriendo súbitamente y asintió, con elegancia Han, "Clalo, achí chon también uchtedes, un puebo muy muy antiguo".
No existe la más mínima intención peyorativa en ésta transcripción toda vez que quien escribe esto ignora incluso los rudimentos de la(s) lengua(s) china(s), simplemente es rigurosidad histórica. Ya me gustaría hablar Chino mandarín como aquel amable chino hablaba mi lengua.
Se preguntará el amable lector por qué me agradaba escuchar la música china: porque decanta su identidad como la copla, en nuestro caso, la irrenunciable identidad del pueblo español.
No era un comentario el suyo baladí: pues para él China, como para muchísimos españoles nuestra España, no es un tema económico.
Es en realidad lo que somos, cada uno en su realidad específica y en su diferente evolución histórica.

II. LAS MATRICES CULTURALES DE LOS PUEBLOS.

A ver si algunos se enteran de una vez que, para los Chinos, los europeos somos una cultura. El único defecto que tenemos los españoles , para los chinos, es que no tenemos una cocina como la francesa (ellos se pierden la nuestra).
A ver si algunos se enteran de una vez que una de las naciones (pueblos) menos evolucionadas y enraizadas en su matriz helénicoromana, precisamente por su aislamiento derivado de su geografía peculiar, sobre la base céltica e ibérica de sus pobladores, es nuestra Nación y Patria, España.
Aún guardamos nuestras pertenencias en un armarium (armario), y nos sentamos en una sella (silla), y utilizamos una mensa (mesa), y para iluminar estancias existen los lampadariums (lámparas), y seguimos montando un caballus (caballo)...y seguimos consumiendo cochinillo como en las recetas de Apitius.
Dos mil años de Historia con conciencia de ser nosotros mismos. España.
- Primero, existió el tiempo de los Creadores, el tiempo de los que imprimieron a fuego nuestra identidad con la masiva aceptación de nuestros antepasados. Y después , entre siete y cinco siglos después, vino el tiempo de los bárbaros, el tiempo simultáneo - mientras todo se desmoronaba - de los grandes conceptos nutricios que fueron preservados y hasta hoy llegan. Hispania siempre existía. Una epopeya de setecientos años, singularizada finalmente entre un inicio, una creación administrativa augústea que duraría cinco siglos nada menos, y que sus moradores interiorizarían totalmente en su imaginario colectivo; por dos siglos, más tarde, emancipados bajo el gobierno visigótico, paralelamente un hundimiento inimaginable. Son los riesgos de las descolonizaciones mal entendidas.
- Segundo, existió el tiempo de la Reconstrucción; la Restauratio y la Renovatio, ocho siglos de luchas intermitentes en las cuales Hispania, por voluntad de todos sus moradores, se rehizo a sí misma y el colectivo de nuestros antepasados se negó a dejar de ser hispanoromano, se negó a arabizarse lingüísticamente, se negó a dejar de venerar las imagenes de la Madre y del niño, se negó a dejar de usar su alfabeto heredado, si bien adoptaron además el mestizaje de determinadas formas culturales foráneas indelebles en nuestra geografía y que, pese a ser sustancialmente europeas, adoptan los moldes orientales. Por mucho que digan lo contrario el llamado arco de herradura no es árabe sino visigodo. Por mucho que digan lo contrario, las hileras de columnas de la previa Mezquita (hoy Catedral) cordobesa siguen en sus arcadas la bicromía de nuestros acueductos hispanoromanos y su parte superior soporta los canalillos que desaguan el agua de la lluvia. Por mucho que digan lo contrario el parecido del Patio de los Leones de la Alhambra granadina con claustros, románicos y góticos del centro y norte peninsular, es inquietante, y la presencia de las estatuas siempre desconcertante para una persona cultivada. Al fín y al cabo la misma Alhambra en sí no es sino hoy un complejo de domus hispanoromanas arabizadas (vean fotos aéreas de la Villa Adriana y contrástenlas con la Alhambra, depósito de formas arquitectónicas esenciales españolas) .
- Tercero, existió el tiempo de la Expansión. Expansión por el mundo. Tiempos exquisitos que culminaron en el Siglo de Oro y simultáneamente bárbaros, tiempos de un Honor poco rentable (los españoles creamos y crearon un Imperio que les arruinó en la península, y ello está sobradamente estudiado por historiadores franceses) y del colonialismo mal entendido (los españoles solamente crearon sus colonias en el siglo XIX y es rigurosamente cierto, pues el Imperio español, como buenos hispanoromanos, fué el intento de la recreación de innumerables Españas por todo el globo).
- Cuarto, existió el tiempo de la Retracción. Más allá del Océano Atlántico que, según la profecía de Séneca, hispanoromano, existía otra humanidad que un día se abrazaría con la nuestra, los criollos se ensarzaron en inacabables guerras civiles y se emanciparon. Creyeron en el libre comercio y el libre comercio mal entendido los arruinó y dividió (otro hecho histórico estudiado, por ejemplo, por especialistas ...húngaros). En los siglos XIX y XX, los españoles en la península, con motivo del intento de asesinato de España (como de Rusia) por Napoleón, se enfrascaron nada menos que en tres guerras civiles en el XIX, y una en el primer tercio del siglo XX .
Los españoles, paradójicamente, veían entonces solamente su presente , pues simultáneamente no querían reconocer los siglos que les antecedieron en el contexto de su presente, y tampoco querían ver la proyección de su futuro. Solamente los pueblos y naciones incapaces de ver la proyección de su futuro , tal cual es, se sumen en guerras civiles.
Pues una de las características desgraciadas de nuestro siglo XIX español es que, en muchas ocasiones, los gobernantes se negaron a diagnosticar y a ver los problemas auténticos, para tratar de resolverlos. Y esto último no es un comentario de opinión político, es un hecho histórico, consignado por escrito por dos historiadores de primerísima fila, historiadores del siglo XX español, tras analizar determinados periodos.

III

¿Qué es de los seres humanos, como de los colectivos, que reniegan de su pasado, anulan su presente y, finalmente, reniegan de su futuro? En esa tesitura está , por desgracia, una masiva enseñanza embarcada en "estructuras de acción/tranformación", en la cual solamente existe ...el presente.
¿Nos hundiremos como nación sin pena ni gloria? Si hoy nos dijesen... "por lo menos hemos sido vencidos desde el exterior, divididos, como trataron de asesinar algunos España en las Guerras napoleónicas". El pueblo entonces no lo aceptó , pues el pueblo tenía claros varios conceptos: el concepto Lengua común (y lenguas coexistentes) frente al extranjero invasor, el concepto Corona, el concepto igualitario dentro de la Corona (esa igualdad sociológica natural en dignidad humana que asombra a muchos extranjeros y antes de los años treinta del siglo XX maravillaba a von Keyserling cuando visitaba a nuestra patria) , y el concepto la Religión de nuestros antepasados. Religión hegemónica y abrumadora en nuestra historia.
Y en éste momento histórico citado, existió otro proceso inquietante, siempre minusvalorado: el pueblo colectivamente considerado se disoció masivamente de una parte significativa de las clases intermedias entonces.
¿Nos pudriremos como nación colectivamente, o ... nos salvaremos?

IV

Volviendo a ése amable dependiente chino y su visión de su Patria alejada, conservada en ésa poética arboleda otoñal en su fondo de pantalla que me mostró. Pensé súbitamente en el Opio...un periodo del siglo XIX de la Historia de China cuando su Historia fué violada. Los españoles, por cierto, bombardeábamos con nuestra Lotería española (invento español) los puertos de la costa china, estudiado por historiadores chinos, desde Filipinas; éramos desde luego más civilizados que los ingleses ... quienes contrabandeaban opio. El daño económico era similar por cierto, mas no el humano. Toda la costa china se puso a comprar lotería española. Mas no creo que un sector de la casta del mandarinato chino se le ocurriese colaborar con los ingleses, por su absoluto complejo de superioridad cultural (por eso desapareció el Imperio chino). Ahí están todos los Escritos del Celeste Imperio protestando a esos "bárbaros españoles" por extranjeros. En sus textos administrativos describían a los españoles, en su percepción, curiosamente de manera similar a los ingleses: "altos" (ciertamente, más que los Han del Sur, no los Chinos del Norte), "rubios" (entiéndase que no todos tenían el pelo tan negro como los Han), con olor a sudor desagradable según ellos, y de "narices grandes" según sus descripciones conservadas en Archivos (lo cuál es obvio pues las narices etnicamente Han nos sorprenden a los europeos y viceversa, pero eso no es culpa de nadie, ni de ellos ni de nosotros, es un rasgo biológico).
Pensar en el Opio es interesante. No es la religión obviamente. Nadie, recuérdenlo, nadie obliga finalmente a un pueblo o a un colectivo a escoger su religión.
Valga, en consecuencia, como metáfora en relación a las sorprendentes historias de los neonacionalismos administrativos, basadas en una progresiva mixtificación: esas historias son al final opiáceas, pues ensalzan las tribus como personalidades singularizadas, las hunden en su ensoñación, y excluyen a los demás.
Y dejemos de pensar en conspiraciones extranjeras, algunos hay, pues lo más estimable que nos recuerda la lectura de un historiador romano cristiano era la obviedad en su Historia Universal. Era joven, brillante, ambicioso, y quiso ser religioso profesional; conoció a San Agustín y, por eso precisamente, la Historia perdió mucho. Lo importante de su librazo es cuando predijo la Caída de Roma, hacia 417 se publicó: la discordia de la división estaba en los mismos romanos y eran los mismos romanos quienes debían suturar y restañar, de mutuo acuerdo, sus heridas. Sesenta años después su profecía se cumplió, mas cuando salió el libro, si bien fué best seller, seguiría siéndolo por mil años pese a sus defectos, nadie le hizo caso.
Bueno, sí: esos años el Santo Padre permitió, automáticamente, la Restauración de los cultos paganos en la Ciudad de Roma y la tolerancia hacia los paganos. Es rigurosamente histórico.


Pendientes las entradas de corrección estilística.
Vid al respecto de ésta serie las dos entradas de Mayo de 2.007 "Roma y los Bárbaros" (I y II) , Anotaciones Liberales, Entradas también en "Historia antigua y nuestros días"