lunes, 15 de octubre de 2007

ENTRE CRISPACIÓN Y SERENIDAD (I)

Existen muchas causas que subyacen en la situación de crispación política que vive España, como de crispación sociológica que vive la sociedad española.
Estas causas rebasan con frecuencia lo que es la discusión política; bien respecto a la problemática de la articulación del estado, bien respecto al trato que debe darse a una banda de terroristas asesinos, bien repècto a otras cuestiones. Están relacionadas con el llamado "malestar español" , patente entre 1978 y los años 90; y se vió claramente con el fracaso parcial de una huelga general convocada el año 2.002.

Uno de los problemas mas sorprendentes, existente en nuestros días en España, sigue siendo la concepción patrimonializadora de lo económico exclusivamente en beneficio de determinados grupos sociopolíticos o sociales. Es decir, nunca querer ver los problemas. No digamos en nuestra región de Andalucía entonces; el problema se acentúa por una compleja serie de causas.
Una nación, como la nuestra española, en nuestra historia profundamente marcada siempre por el estatismo, es precisamente proclive a estas curiosas actitudes colectivas e inimaginables en otras naciones. Actitudes que, finalmente, cortocircuitan todo el proceso de creación de riqueza.
España (perdón, hablo en éste aserto del estado español) ha sido siempre históricamente un estado relativamente rico: lo fué en el XIX por ejemplo.
Por otra parte, una caracteristica histórica española, en los siglos XIX y XX, fué la empleomanía de un sector importante de las clases medias tradicionales, volcadas en el empleo público.
No digamos lo que ocurrió en el régimen anterior, por la importancia que revestiría en el mismo el sector público, combinada con la protección sistemática del mercado interno nacional.
Enraizada en nuestra cultura sociológicamente considerada existe la concepción, profundamente interiorizada, que identifica, por ejemplo , el concepto trabajo o trabajar con cumplir estrictamente unos horarios laborales (cuál sea la productividad de dichos horarios es irrelevante en ésta concepción) .
Es igualmente característica en amplias partes de la población española la sistemática confusión entre valor y precio respecto a producción de bienes y servicios. E igualmente, concepción de una cultura católica interiorizada por dos milenios, mal entendida en éste aspecto pues puede degenerar en igualdad entendida en sentido socialista y no el querido teológicamente, una sistemática obsesión por la igualdad socioeconómica en toda la población (una manera de colectivismo inconsciente). Concepción que está generando social y culturalmente un igualitarismo extremo y falso con síntomas crecientemente inquietantes.
E igualmente, solamente en la cultura sociológicamente considerada, es posible cada tantos años que la tómbola electoral se llene de promesas demagógicas que, en el ámbito socioeconómico, son de imposible cumplimiento; promesas que, en muchos países , harían sonreír despectivamente a muchos electores diciéndose, "¿Nos toman por tontos?".
Pues en el caso de la realidad regional andaluza el dinero público proviene de varias fuentes de ingresos y siempre es limitado: como el peso de lo público, en todo el aparato productivo que genera la riqueza, deviene en desproporcionado.
También es cierto que, por la influencia de los técnicos, técnicos sin embargo volcados en éste concepto exclusivamente mercantilista de la política (incluso inconscientemente), las diferencias programáticas entre unas fuerzas políticas y otras son cada vez mas menguadas.
Lo cual lleva, en ocasiones, incluso a apresuradas ironías en ciertos sectores respecto a la necesidad de procesos electorales. Siempre es importante depositar un voto sin embargo, aunque la variación entre una política u otra sea pequeña primero para garantizar la participación en el sistema democrático; en muchas partes de España, sin embargo, es finalmente vital en el ámbito del trabajo.
Cuando por circunstancias diversas la sociedad civil es débil y los partidos se universalizan en perjuicio de la sociedad civil (no digamos lo que acontece en las Autonomías más retrasadas) el factor de distorsión aumenta.

Las mentalidades sociales son más interesantes en un análisis sobre estas cuestiones.
Un concepto de productividad económica y creación de riqueza, por ejemplo, sustentado y basado en una media matemática inalterable (inalcanzable estadísticamente para la abrumadora mayoría de la población en nuestra región andaluza, no se diga en su capital) basada en unos hipotéticos ingresos estables y fijos , por cada matrimonio, de 22.000 Euros anuales, se habla de una de las cuatro grandes ciudades de España, Sevilla, es una cuestión enteramente absurda en ella: caso de aplicarse literalmente, como criterio de actuación económica por parte del sistema financiero, colapsaría finalmente todo el circuito socioeconómico.
Lo importante, siempre parece ser, es ganar 22.000 Euros (no producirlos).
No existen, en realidad, servicios financieros para financiar pequeñas actividades empresariales asequibles a la abrumadora mayoría de la población; cuando en un lugar como Sevilla el tejido productivo está lleno de actividades posibles no existentes. Cualquier ciudadano que pida un pequeño préstamo sobre un patrimonio para mejoras inmobiliarias se verá apoyado, no si lo solicita para actividades productivas .
La media citada es rotundamente falsa, en primer lugar: una cosa es una media matemática (entre máximos y mínimos) y otra las medias reales (divididas en porcentajes) referidas a economías familiares. Otra cuestión, agrava el problema, es una interesada confusión en ámbitos de la información entre el dinero generado por negocios y la realidad de las economías familiares.
¿ La abrumadora mayoría estadística de estos matrimonios veintidos veces mil euristas trabajan en el sector público para empezar y, además, reúnen unas características especiales? No se habla exclusivamente aquí de una nueva aristocracia encubierta de fijos y acolchados, que habla siempre de un hipotético movimiento obrero: e identifica su adscripción con el 3% tradicional más rico de la población con sorprendentes quejas continuas sobre sus según ellos exiguos ingresos.
Martiriza continuamente a todos los titulados universitarios procedentes de las clases medias tradicionales pues son culpables de estudiar sus carreras, como veja sistemáticamente la dignidad de sus titulaciones universitarias.

Basta con ver la situación en realidad, entre otros aspectos, según las estadísticas de ingresos familiares en nuestra capital regional, una de las cuatro grandes ciudades de España.
Resulta sorprendente saber que, atendiendo medias, los ingresos de personas vinculadas al sector público son también netamente superiores respecto a los ingresos de personas insertas en el privado, sean autónomos y pequeños empresarios y naturalmente trabajadores por cuenta ajena.
En realidad, en nuestra capital regional de Sevilla e hispalense, una de las causas del riesgo creciente que atenaza la sociedad es que la misma está viviendo las consecuencias del intencionado desmantelamiento del tejido industrial y parte importante del empresarial entre los años setenta y principios de los noventa.
Solamente, por ejemplo, una clase política miope permite una concentración record europeo de superficies comerciales en una capital que perjudican, final y directamente, tantas actividades de pequeñas y medianas empresas en nuestra ciudad.

Mas todo esto tiene, en última instancia, una relación directa con el concepto mercantilista de la política: no en vano, paradójicamente, dicen algunos, es la mayor parte de la fuerza laboral que se encuentra insertada en el sector público y dependiente del mismo, un sector público de imposible mantenimiento a medio y largo plazo, la que, al tener los mejores ingresos, garantiza la locomotora de diversas economías regionales y no digamos de la economía andaluza.
Mientras que, por otra parte, el sistema impositivo, perjudica claramente la creación de riqueza como perjudica ciertamente a los pequeños y medianos empresarios y profesionales libres.

¿Qué tiene que ver esto con una creciente crispación en la sociedad? Mucho.