martes, 10 de octubre de 2017

Una convulsión hace años ya anunciada...

En España nuestra democracia se basa, en su cimiento y culminación, en una Constitución no históricamente vigente por siglos con sus añadidos (como Inglaterra) sino que se sustenta  en reciente Carta magna. Constitución que, votada por el pueblo (derecho ejercitado por la Soberanía nacional por sufragio universal, libre, secreto) en 1978, subsume tanto los aspectos jurídicos positivos de nuestro pasado (histórico, político y jurídico) como los aspectos positivos de nuestra historia. Yo voté dicha Constitución de 1978 positivamente. 
En España nuestra democracia se basa en los Derechos y obligaciones de sus ciudadanos quienes integramos el pueblo español y ciudadanos integrados, a través del ejercicio d e nuestros Derechos y obligaciones, en la Corona del Reino de España. Somos, siendo Reino, por decisión de los españoles, Monarquía parlamentaria y con gobiernos responsables ante el Parlamento nacional,
En España, desde hace ya años y años, los ciudadanos (en Andalucía es indudable que el proceso empezó hacia mediados de los años noventa y acontece desde hace más de una década), asistimos a una serie de comportamientos sorprendentes, habitualmente inducidos por actuaciones políticas; discursos liderados por parte de determinadas personalidades y funcionarios, y corolario de ellos ya en el caso de Cataluña la tendencia ha llegado, en medio de una espantosa fractura y división social interna, a la práctica pública e impune del camino hacia la secesión. 

En Euskadi (las antiguas provincias vascongadas) o en Cataluña o en Andalucía, desde determinadas administraciones regionales, se ha seguido y sigue cultivando y fomentando, animando tanto el folklore local y -nunca se olvide- como parte del negocio político, una autointrospección localista y una apología del tribalismo que llevará, antes o después ineluctablemente,en cada una de ellas, al secesionismo.

Los hechos actuales que vivimos son el corolario lógico a la concepción de la política como un mercantilismo en manos de determinadas organizaciones piramidales con vocación universalista; estas organizaciones, que suplantan masivamente una administración que debería ser neutral al servicio de la ciudadanía, se legitiman precisamente en los sectores de ciudadanos que por ellos no fueron agredidos y frente a los que ellos, por omisión o acción, tambien perjudicaron.
Caso de fallar dichos controles del estado de derecho y de nuestra democracia (ya ha ocurrido en Cataluña) queda pues expédito el objetivo de dichas organizaciones que es, precisamente, la eclosión de los tribalismos autocomplacientes levantando muros interiores y aislando en cada corralito unos españoles de otros.
El discurso siempre es aburridamente similar. Los defensores del tribalismo y los creadores de muros interiores invocan, siempre en abstracto, los derechos de los catalanes o de los vascos o de los andaluces...contraponiéndolos a los de los españoles. El camino desde ese instante siempre es el mismo; definiendose a España como criminal empiezan violentando y falsificando su Historia común con los demás y terminan violando masivamente los derechos de amplísimas partes de las poblaciones en sus respectivas regiones. 

En 1975-1978 la sociedad española (es decir, las sociedades españolas) aún era y eran tremendamente conservadoras en el ámbito sociológico. Al tiempo de erigirse los muros interiores, justo a continuación, en lugar de apaciguarse los ánimos, existe estadísticamente constatada una agresión, en determinadas regiones españolas, contra partes importantes de sus ciudadanos...es decir, ¿serían los conservadores sociológicamente?

Nunca debe olvidarse que dicha agresión, contra partes de la ciudadanía en general, y en una serie de áreas de administraciones estadísticamente atestiguable, fue y es imprescindible en el camino que jalona un resultado en beneficio de nuevas cuotas de clientelas políticas y del secesionismo y a favor de la erección de nuevas murallas interiores.
El estado constitucional de 1978, tampoco debe olvidarse esto, para proteger sus prerrogativas poco hizo para proteger a sus ciudadanos que lo defendieron en diversos ámbitos y en una serie de lugares. Dos hechos cotidianos elementales y nunca corregidos cambiaron y cambian todo el camino hacia el futuro. Las transferencias en ámbitos educativos no fueron siempre correctas. Y para colmo siempre, en los análisis, veo olvidada, por ejemplo, la suplantación política sindicalizada en el campo de la educación; en otros paises los sindicatos de enseñantes son, pues están obligados por ley, apolíticos. 
Y, hablando de sobrerepresentaciones que pueden provocar una destrucción del orden constitucional (desde el abuso de algunos y actuando dentro contra él mismo) en el ámbito de la vida política nacional acontece de manera similar. Una cuota mínima de representación parlamentaria, exigible en el ambito nacional, haría desaparecer la excesiva influencia de nacionalismos periféricos en un parlamento nacional, quienes actúan ahondando en sus territorios en segregacionismos por cuotas y parcelas, sobre la política global española.

El resultado final es el momento deseado y definido previo, por todos ellos,a la disolución de nuestro estado constitucional y de nuestra democracia; es el espantoso proceso que sufren estos dias los ciudadanos catalanes.
Nadie dice qué ocurre en realidad; los catalanes han perdido hoy sus derechos constitucionales por el intento de la destrucción, en su región, de nuestra democracia que fue la suya y veremos si sigue siéndolo. 
En este instante los catalanes son huérfanos sin sus derechos políticos o administrativos y ya no legítimamente protegidos... visto el preámbulo esperpéntico de dicho referendum por ellos padecido. La sociedad vive con daños inoculados utilizándose, desde hace años y años, para el odio lo que es símbolo de amor y unidad (una o varias lenguas maternas atesoradas por ellos). Es, en resumen, sociedad dividida con un daño social y emocional acentuado, ciudadanos conducidos a un crack económico por una oligarquía indiferente a su suerte visto su irresponsable comportamiento políticofuncionarial que vive de rentas extractvas.
Todo dicho desastre son los resultados de la prevista y jaleada (en tantos escritos) destrucción de nuestra democracia y en ellos y por ellos prevista disolución de nuestro estado autonómico.

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