lunes, 24 de septiembre de 2007

ANOTACIONES LIBERALES. EL MITO DE LA NACIÓN CATALANA (I): UNA REELABORACIÓN HISTÓRICA.

Estas modestas entradas pretenden desde ahora, en resumen, desmitificar una serie de cuestiones. Una intención desmitificadora que implica debe quedar bien clara otra cuestión. Las entradas que siguen evidentemente no significan una hipotética catalanofobia .
Nada más lejos de estas intenciones. El autor de éste blog siempre recordará la impresión tan positiva que le causó su primera visita a Barcelona, en los primeros setenta, junto con compañeros de colegio por varios días. Tampoco estas entradas que siguen, previstas para estos días, significan no tener en cuenta que algunas cuestiones que acontecen hoy tienen su aparente orígen en la sensación de un sector de los catalanes de ser agredidos por el régimen dictatorial anterior (aunque, paradójicamente, Cataluña fuese por muchos años una de las regiones más ricas y prósperas de España). Para qué hablar de Barcelona en 1970 - 1975; esta gran capital, española y europea, demostraba todo lo contrario.
Solamente los catalanes fueron capaces de crear una gran capital a la vez cosmopolita, refinada y bulliciosa, simultáneamente exquisita y simultáneamente popular, como aquélla para rivalizar con el rompeolas de España y de las Españas que es Madrid; una capital, Barcelona, donde se hablaban simultáneamente castellano o español, lengua vehicular de todos los españoles, y catalán (lengua por cierto española).
La grandiosidad urbanística de una gran capital española, como es Barcelona, no significa naturalmente que el urbanismo en serio en nuestra España lo empezasen los catalanes: el primer urbanismo en serio en gran escala nacional se complementó, con un paquete de medidas, en época de Primo de Rivera entre 1923 y 1930, y adalid de una serie de cuestiones en el mismo sería Calvo Sotelo.
Hoy, se asegura, Barcelona se ha provincianizado mucho. Curiosamente ha ido perdiendo posiciones en muchos aspectos. El progresivo comportamiento de la abrumadora mayoría de las elites políticas catalanas (actuar desde una singularidad favorecida constitucionalmente - que potencia la singularización - para activar, por el contrario, una voluntad de disgregación y segregación) empieza a sorprender a muchos desde hace unos años. Afortunadamente, en apariencia, se está produciendo un progresivo desencuentro entre las intenciones políticas de la abrumadora mayor parte de dichas élites políticas y el comportamiento del pueblo globalizadamente considerado; ocurrió no hace tanto con motivo de las reformas estatutarias y el Referendum impulsado no hace mucho.