domingo, 10 de agosto de 2008

HISPANIA Y ESPAÑA: HISPANIA SIEMPRE VENCE

Existe siempre algo sorprendente en los mapas de la antigüedad cuando los consulta un contemporáneo.
Por muchos años muchos contemporáneos obviaron que los mapas de la antigüedad romana explicitaban la realidad de un Imperio que dominaba el espacio de dos maneras; una, a través de las vías terrestres pero, esencialmente, de las vías marítimas y fluviales. La razón era obvia siempre; la capacidad de desplazamiento era, por calzada, en realidad, de treinta kilómetros diarios.
El tráfico fluvial y marítimo era más barato (los romanos fueron expertos en la navegación de cabotaje) y mucho más rápido. Éste detalle, aparentemente inadvertido, explicita muchas cuestiones sobre la organización de la administración romana; más aún en un Imperio organizado en tres continentes (superficialmente en dos) pero sustancialmente, nunca se olvide esto, sobre el espacio geográfico del continente Europeo.
Mas el gobierno romano no solamente dominaba el espacio; la pesada y chirriante maquinaria civil y administrativa, centralizada en la cúpide, gobernaba también en el tiempo.
Los pueblos bárbaros, cuando entraron en tromba rompiendo el limes, introdujeron un elemento esencial y diferencial; algo persistente después en toda la época medieval y traspasado a la cultura norteamericana, el menosprecio a los burócratas. La riqueza y vitalidad de la Alta Edad media fué, en parte, causada porque el espacio geográfico del Imperio se liberó de unas ciudades monstruosas e incapaces de mantenerse con la tecnología de la época. Esta es una de las causas de la existencia de aquella monstruosa burocracia.
Por ello el Imperio se organizaba en función de las realidades fluviales y las rutas marítimas. El transporte fluvial y marítimo era mucho más barato y, además, masivo.
La primera Unión europea, con un grandioso trasiego de mercancías, existía de sobra entonces; por una parte, desde el siglo II d.d.C., el eje fluvial del Rhín y del Danubio(cojan un mapa) la cerraba hacia el Norte y, por otra, hacia el Sur, la estrecha y débil franja romanizada del Norte de África la cerraba en la orilla Sur del Mediterráneo que los ciudadanos de un Imperio universal, cuna de Occidente, llamaban, el 212 d.d.C., Mare Nostrum.
La capitalidad simbólica, ya no política, de ésa realidad era, ése final del siglo IV d.d.C., Roma. Ciudad Santa religiosamente para los paganos y simultáneamente para los cristianos, urbe crisol de la herencia de la cultura helénica y griega y latina cristiana.
Aquellos días terribles de la guerra romanovándala de 455-456 Genserico sabía qué hizo de sobra; al fín y al cabo fué el Papa, interponiéndose en persona, como hizo ante Atila en 451, quien le detuvo a las puertas de la ciudad, no pudo incendiarla, pero la ciudad predata est, dijo un lacónico texto antiguo que resumió la catástrofe.
Ausonio, en el siglo IV d.d.C., pagano cristianizado, modelo de gentilhombre europeo por muchos siglos, todos los gentilhombres europeos incorporaron inconscientemente Ausonio en su acervo cultural, la dulzura de vivir latinoromana, el amor a las armas de los bárbaros, nos describe la prosperidad de aquel mundo en los años supuestamente oscuros de la decadencia...
Un mundo reflejado en los mapas. Las personas carentes de conocimientos históricos, cuando ven la copia del mapa de Castorius (Castorio) del siglo IV afirman; "prueba de la decadencia en la Ciencia geográfica del Imperio". Qué bah, nada de eso pues es todo lo contrario; ¿no han visto los mapas actuales de líneas de ferrocariles, o de metro? En ése mapa, auténtica abstracción, el cual es copia de un original (una suma de doce rollos) fechado en el siglo IV y con lagunas (algunas importantes), se refleja la red de calzadas terrestres partiendo de Roma como la distancia expresada en millas romanas entre ciudades (el kilómetro cero de todas las calzadas estaba ubicado en el Foro romano, como hoy el kilómetro cero de todas las carreteras españolas está en la Puerta del Sol).
En ése mapa se detallan parte significativa de las calzadas principales, en total 105.000 kilómetros de calzadas, y, curiosamente, los innumerables balnearios existentes entonces. Un ingente tráfico de personas y mercancías en escala continental terrestre en Europa. Curiosamente en dichos mapas no se incluyen ni las vías fluviales ni las marítimas, solamente de manera accidental. Una hipótesis al respecto es obvia: no estaban apenas detalladas pues para el Imperio, en el caso de las vías de comunicación fluviales y marítimas y las grandes ciudades, era esencial el control del agua, y los grandes armadores privados de entonces, existentes en época de Adriano, habían sido "nacionalizados" en el Bajo Imperio como corporación, y solamente los capitanes y los pilotos de flotas y Onerarias conocían estas vías marítimas.
Aquél siglo IV después de Cristo y principios del siglo V reflejan nuestra época de hoy, en Hispania y salvando todas las distancias en éste análisis explicativo, inquietantemente. No en vano, los costes sociales y económicos de una No Roma son los costes sociales y económicos del crack de una primera Unión "europea": el nivel global de parte de Europa, según algún especialista, a principios del siglo V no volvió a ser recuperado hasta el siglo XVI.
A principios del siglo V d.d.C. existían también tres realidades superpuestas en el Imperio de Occidente. Un estado implícitamente supranacional pero culturalmente unificado, unas realidades nacionales en formación - las reformas diocleciáneas prefiguran las modernas naciones de Europa occidental según algunos autores - y las crecientes demandas de autonomía local.
La prueba de éste aserto; los bárbaros invasores del Imperio desaparecieron como pueblos, y con frecuencia inconscientemente crearon el substrato de las actuales nacionalidades europeas modernas ; y los que no invadieron el Imperio, o siguieron enfrentándose a él, siguieron existiendo étnicamente hasta nuestros días pero... se romanizaron bien a través de Roma, bien a través de Constantinopla. Como tribus se civilizaron. Europa había nacido.
Una de esas primeras realidades nacionales , existente con unas definidas constantes mantenidas invariablemente, fué Hispania, plasmándose como Reino independiente y centralizado y con conciencia de sí, entonces en Toletum, hoy en Madrid.
Como se reconstruyó a sí mismo como Reinos y Reino por ochocientos años entre los siglos VIII y XV.

Lo que sigue no es algo mítico de una parte, ni antihistórico de otra. El autor de éste blog, siendo español, conoce varias naciones europeas y una parte significativa, no global de su vida, ha tratado otras realidades europeas. Igualmente el autor de éste blog ha viajado por parte importantísima de nuestra España.
Nada le sorprende más que el erróneo concepto de regiones europeas en perjuicio de naciones europeas como hipotético fermento de progresivo desmantelamiento de España.
Nada le sorprende más que el abusivo, simplificador y peligroso uso del concepto de interculturalidad; ¿a qué se refiere en nuestra Andalucía?
Nada le sorprende más que generalizar el muy discutible en un sentido en lenguaje de Derecho Político, pero finalmente irreprochable desde el punto de vista histórico, concepto de nacionalidades históricas, reservado a tres entonces. Concepto problemático en perjuicio de una Nación común e indivisible consagrado constitucionalmente, concepto que recoge una tradición histórica que subsume la conciencia de sí y la voluntad de todos los habitantes de la península , historia por dos mil años previa. Existen pocos casos en la Historia universal.
En Europa, y dentro de ella, España e Italia; en el Oriente, China. Y naturalmente, Israel...
Nada le sorprende más, modestamente el autor de éste blog piensa sabe algo de Historia, que descubrir progresivamente una compleja serie de mixtificaciones crecientes, difundidas en la enseñanza, y ello en determinados neonacionalismos administrativos.
Lo que une hoy nacionalmente a un gallego, un catalán, un andaluz, hoy, es mucho más de lo que les separa; caso excepcional en la Historia universal, una trayectoria previa y vital de dos mil años en la cual todos se llamaron, a sí mismos, Hispania y España, incluso antes de ser andaluces y catalanes los andaluces y los catalanes. .
Junténlos, a todos, frente a un alemán, un francés, un italiano, un inglés, un húngaro, un irlandés o un portugués y verán que son, hoy, españoles primero, y después europeos.
Es cierto también que Europa es, lo saben de sobra los chinos, culturalmente una nación, mas una nación atomizada étnicamente; pues Europa, a diferencia de la Cultura Han perdió, históricamente, el fermento humano que la forjó.
Los Han fueron un pueblo que creció y se expansionó y aglutinó, mas los europeos perdimos, consecuencia de las convulsiones entre el siglo V y VIII a los antiguos romanos, quienes se desnacionalizaron...
Mas la constante histórica, por dos mil años, es evidente en Hispania, singularizada hace dos mil años, como en China.
Los españoles seguimos siendo abrumadoramente ... occidentales, culturalmente judeo cristianos, europeos, hispanoromanos y romanos.
Bienvenidas todas las minorías dispuestas a compartir el spanish way of life y el european way of life. Y respetemos , siempre, la extinta históricamente cultura hispanoárabe. Una idea agregada al mismo concepto, en su evolución histórica, de España e Hispania.
El Perdón es debido siempre a los vencidos, algo que nos enseñó Virgilio, pagano, hace algo más de dos mil años y que interiorizábamos los niños españoles, aún, a principios de los años 70.
Es una de las razones por las cuales la Alhambra de Granada sigue existiendo hoy - reconstruída parcialmente en el siglo XIX tras las denuncias de Irving, se olvidan de eso - como existen las naves de la que fué Mezquita de Córdoba, en la actual Catedral cordobesa

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