miércoles, 16 de mayo de 2007

Anotaciones liberales (XXXIX): ANDALUCÍA (II)

Siendo, desde siempre, modesto aficionado a la politología existe un principio esencial en la misma relacionado con la economía. Es un principio histórico, es decir, de la Historia. Las realidades históricas, sociales y culturales, siempre subyacen a las realidades puramente económicas que se manifiestan ante nosotros. Perdóne pues el amable lector, si es neoliberal de manera mal entendida, que en éste blog sea siempre inconscientemente Pribhamiano y crea siempre que son cambios psicológicos, culturales, sociales, los que finalmente crean la realidad, nunca las realidades históricas diferentes son parangonables.

I. Hasta 1982.

Por ejemplo: en el pasado, en el marco de una especifidad regional, la crísis del modelo socioeconómico existente en la región andaluza entre 1959 y 1978 es anterior al proceso de consolidación del PSOE como partido de poder. Esta crísis la tuvo que gestionar desde entonces el Partido Socialista Obrero español en versión andaluza. Si bien la UCD era el partido más votado de Andalucía se hizo a sí misma, siguiendo las consignas de Madrid, el hara kiri con la primera crísis estatutaria. El modelo previo socioeconómico, en crísis entonces, partía de dos realidades incuestionables.
Primera, ante la incapacidad de la misma región de crear empleo por sí misma a causa de una compleja serie de razones interrelacionadas características de su sociedad como la existencia de una problemática socioeconómica basada en cuestiones culturales que llega hasta casi nuestros días, intervenir sistemáticamente desde Madrid en ella... o desde Sevilla, nuevo Madrid para muchos andaluces.
Segunda, desarrollando mecanismos de imitación, hacer hincapié desde el estado en incentivar una industria de carácter público poderosa para dinamizar diversas zonas de la misma región dentro de un marco de mercado nacional protegido; implicaba colaborar en el despegue económico regional en el cual se comprometieron activamente un sector de la burguesía y clases medias andaluzas y toda su sociedad. El modelo se vino sin embargo abajo en la crísis larga que empezó en 1973 y llegó hasta avanzados los ochenta.

II. Después de 1982.

Por ejemplo: en el presente, el modelo político regional basa su poder finalmente en el control del sector público omnipresente crecientemente, directa e indirectamente, sobre todos los andaluces. La clave de lo que ha ocurrido los últimos veinticinco años está en un doble proceso de sustitución. Según el primer proceso, la mayor parte de los andaluces, hasta 1978, actuaban en su vida cotidiana tutelados y en dependencia del estado, y deseaban seguir estándolo. El nuevo estado era la administración regional en construcción. Según el segundo proceso, siendo el PSOE un partido básicamente burocrático, bastaba con desarrollar la administración y, finalmente, sustituir directamente una ideologia por otra gestionando activamente el asistencialismo social.
Ciertamente las condiciones de crecimiento relativo existentes hasta hoy han impedido, sistemáticamente, que la región se despeñase como ha asegurado su positivamente sistemático cambio de apariencia. La apuesta, finalmente, por la apertura económica que significaba la inserción de España en el marco supranacional de la Unión europea, favorece también la creación de otras Andalucías diferentes.
El modelo regional andaluz, así las pruebas del parcial progreso regional posteriormente conseguido, es resultado de la voluntad de un sector mayoritario de los andaluces siempre en alianza con otros. Muchos años después existen coexistiendo varias Andalucías. La economía de una rutilante, cosmopolita y rica, en consecuencia próspera Costa del Sol, poco tiene que ver en varios sentidos con la problemática socioeconómica del área metropolitana de Sevilla.
Cuando el presidente de la autonomía (ahora ya legalmente nacionalidad histórica) de Andalucía, después de tantos años, reseña que el desarrollo de la región pasa por la actuación de los empresarios es porque sabe de sobra que el aparato público de una parte, como el bloque abrumador de personas que dependen finalmente del sector público (me ahorro expresar esas estadísticas hacia 1998 y posteriores, por ejemplo, en Sevilla capital) significa en sí la solución a un problema previo, nunca la salida del mismo.
El problema es que un empresario de cualquier dimensión, un profesional libre, un trabajador autónomo de cualquier tipo, como específicamente los white collar por cuenta ajena siempre existentes y en sistemática persecución (la abrumadora mayor parte provienen de las clases medias tradicionales por la característica cultura de acrópolis de Andalucía) , no son por definición de izquierdas . Se habla aquí de izquierdas entendida la izquierda como la tentación de tercermundización progresiva y son molestos pues chocan con el modelo neoasistencial. Y estas mismas figuras laborales no son personas que dependan de la política en sus profesiones sino en ofrecer sus productos y servicios al mercado en un marco en que ... todo puede politizarse continuamente. Es la segunda causa del cortocircuito andaluz.
El modelo neoasistencial levantado por la administración regional, desde los ochenta, nunca puede despegar al acentuar las dependencias y descansa, finalmente, sobre fondos de fuera. El modelo ha servido para impedir una grave implosión, para cambiar positivamente la apariencia y para evitar se despeñe el nivel de vida tan modesto de una abrumadora mayoría de la población andaluza sobre todo naturalmente en las zonas rurales.
El Psoe A , que gobierna desde hace tantos años, está creando un régimen y, eventualmente, es capaz de crear una neonacionalidad por sí mismo. El problema, para ésta propuesta, es que la ley del número en Historia no siempre es un axioma: al no obtenerse siempre resultados viables históricamente. Los miembros afiliados al Psoe A pueden siempre confundir su realidad con la realidad: hubo un aviso en el referendum autonómico aprobado en medio de una abrumadora abstención
El modelo neoasistencial del actual gobierno regional tiene sus días antes o después contados. Pero además el imaginario psicológico y sociológico de las clases medias tradicionales, como de un sector de nuevas clases medias en las provincias andaluzas más ricas y dinámicas, que constituyen el núcleo sustancial (entendido como voto inamovible) de apoyo al partido Popular, es crecientemente diferente al que defienden las nuevas clases medias, finalmente creadas por órdenes administrativas, que tienden a apoyar electoralmente el Partido Socialista. El perfil de estas nuevas clases medias, individuos que deben todo al nuevo régimen, es el de un apparatchiki disciplinado, usualmente con muy poca formación, que debe todo a su nominilla o nómina, siempre al servicio del omnipresente partido regional.

III. Una evolución inquietante desde 2.002.

En todo caso la gran problemática que vive Andalucía radica, finalmente, en que determinadas dinámicas son difícilmente controlables y difícilmente encauzables: se manifestaron en los dos años previos a las elecciones, cuando se contrapuso directamente al PP A y sus afiliados, sus votantes y seguidores con todos los andaluces desde el gobierno regional , y durante la convulsión que salió a la luz pública y existente en nuestra región entre los días 11 - 14 de Marzo de 2.004.
El Partido Popular andaluz, por su parte, encarna políticamente la expresión de unas clases medias modernas y progresivas como también de un sector de las clases digamos populares, sobre todo urbanas, que creen simultáneamente en la apertura hacia el resto de España y Europa como en la defensa de unos principios españoles.
Es un partido político que defiende, finalmente, liberar la sociedad de los axfisiantes burocratismos mal entendidos que empiezan a ser preocupantes, como del creciente intervencionismo crecientemente unidireccional que empieza a preocupar a muchos.
Todas estas realidades se traspasan, finalmente, al marco de la vida social, cultural y política cotidiana. Estas realidades subyacentes se manifiestan finalmente en votos.