lunes, 14 de mayo de 2007

Anotaciones liberales (XXXVII): ANDALUCÍA (I).

La que sucede en Andalucía, explicaba anteriormente, debe ser situado específicamente en su contexto andaluz. Sin embargo, con frecuencia, bien en Madrid o bien en otros lugares, se analiza la situación no teniendo en cuenta el contexto específico andaluz sino, con frecuencia, lo que algunos fuera quieren sea Andalucía. Las realidades electorales, sin embargo, siguen siendo tozudas, si bien esta cuestión nada tiene que ver con el tópico de los clubes de futbol y las respectivas hinchadas que los siguen. Si algo caracteriza, globalizada y paradójicamente, a la sociedad andaluza y a los andaluces es, finalmente, su profundo excepticismo y apoliticismo.
Cuando un precursor como Blas Infante, por ejemplo, hace tantísimo tiempo, quiso impulsar una regionalización se encontró obviamente con una aparente hostilidad crecientemente universal a su propuesta. La consciente apuesta política de Blas Infante (realmente surrealista en varios sentidos) sobre el mito arabista tenía sentido en el contexto de entonces, y conscientemente no tenía en cuenta la contradicción entre los dos sentimientos diferentes, perdoneseme la expresión, hacia las que se dirigía. El inicial mensaje andalucista se orientaba hacia tanto un sector de las clases populares que, nunca mejor dicho, habían perdido cualquier atisbo de esperanza en aquellos instantes, como igualmente a un sector de las clases medias de entonces dolidas por lo que ocurría. Por eso finalmente era dinamita en el sentido que, sociológica y políticamente, la expresión "éramos pocos /por muchos/ y... " estalló simultáneamente para la extrema derecha, derecha, centro, izquierda y extrema izquierda de entonces.
Que el programa de Blas Infante, en el ámbito socioeconómico, fuese agrariamente liberal y fisiocrático no era ninguna tontería : pues respondía también al característico individualismo (teñido de comunitarismo) de los andaluces. Siendo precursor no fué comprendido en los años treinta. A la hora de la realidad, cuando se produjo finalmente la polarización inducida en 1934-1936 que degeneró en guerra civil finalmente, la abrumadora mayoría de estas clases medias tradicionales sustancial y radicalmente españolas por castellanizadoras, por indiferencia activa, se inhibieron de la política.
En 1975 - 1982 éste programa sería indudablemente analizado de sobra por un grupo de políticos pues , en caso contrario, no se entiende y nunca se entenderá qué ha ocurrido estos treinta años en nuestra región.
Cuando han transcurrido cien o setenta años desde diversos momentos en que se inició el proceso de autoconcienciación que devendría en el actual régimen autonómico, en una situación sociológica, económica e histórica muy diferente, desde el punto de vista andaluz, es decir, la realidad cotidiana entendida en términos políticos, está surgiendo en Andalucía específicamente un régimen. Es aparentemente difícil que esta tendencia finalmente se vea desbloqueada.
Al igual que Blas Infante dirigió, precursoramente, su propuesta hacia dos sentimientos (las personas sencillas utilizarían otra expresión) diferentes de una misma realidad sociológica que intuyó y sintió, bien cien, bien setenta años más tarde, el partido que gobierna Andalucía dirige su propuesta a dos maneras de ver la realidad diferentes de una misma sociedad pero, finalmente, asegurándose siempre su hegemonía a través de los fondos europeos e incentivando en aparente paradoja el sector público sistemáticamente, garantizándose su cuota de poder indefinidamente, lo cual genera procesos que finalmente pueden ser perversos.
Pues lo que se está produciendo mientras gobierna tanto tiempo, finalmente, en éste proceso de nacimiento de un régimen, es un implícito proceso de redefinición tanto de la realidad andaluza como de la imagen de sí que tienen globalizadamente los andaluces. Determinados procesos que son entendidos en términos sociológicos generan tendencias ineluctables en cuanto a sus consecuencias históricas, caso de mantenerse.
En el caso del PSOE andaluz se suman varias realidades complementarias en las causas de su poder: la síntesis entre ellas genera, finalmente, el nacimiento de una tendencia sistemática que se manifiesta en las urnas tozudamente. El PSOE andaluz integra hoy, como tal, diversas herencias: en primer lugar, la herencia burocrática como la adminitrativista. Gobernó inicialmente y copó la naciente administración regional. En segundo lugar, siendo partido volcado en lo público, la inconsciente fascinación por los elementos tecnocráticos entendidos positivamente del régimen anterior. Mas poseyendo finalmente un alma de izquierdas y burocratista se decanta con frecuencia por un intervencionismo que para muchos puede ser axfisiante. En tercer lugar, al volcarse hacia la Andalucía oculta rural dispone de los elementos burocráticos para asegurar la subsistencia de un amplio sector de los andaluces y simultáneamente asegurarse su hegemonía aparente.
En cuarto lugar, simultáneamente, cultiva el arcaísmo como la imagen moderna difundiendo una modernidad entendida como una consciente asunción de los elementos del alma popular andaluza actualizada. En suma, en el caso de Andalucía, el Psoe como organización política subsume dos sentimientos diferentes ahora, pero le faltan siempre otros dos por cierto. Implícitamente esta realidad encarna la feroz y gran batalla que existió entre 2.000 y 2.004 en Andalucía entre ambos partidos, PSOE y Partido Popular.
Estos otros dos sentimientos (consecuencia de realidades previas) los encarna y suele encarnar implícitamente tanto la base sociológica que suele votar fielmente al Partido Popular de Andalucía como otro sector también existente y fluctuante de votos minoritario. Sobre ello se habla mañana.