martes, 10 de abril de 2007

ANOTACIONES LIBERALES (III): CORTES DE CÁDIZ VERSUS DEMOCRACIA CENSITARIA . CONSTITUCIÓN DE 1978

Nada existe más sorprendente , para quien defiende una óptica liberal y democrática, que querer ocultar el proceso de las democracias censitarias occidentales, democracias existentes en un momento dado del discurrir histórico de Occidente durante el siglo XIX .
Cuestión que creciente y sistemáticamente hace la gauche , también con exabruptos continuos y onomatopeyas e imprecaciones agresivas a través de sus sicarios .
La democracia censitaria, en resumen, es el precedente de la democracia actual de masas. Entonces reducida a un sector de la población solamente. Garantizaba los plenos derechos políticos a un sector de la población, los sociales a todos (si bien el concepto de derechos sociales ha evolucionado en el tiempo, añado).
Que la abrumadora mayoría de la población, en nuestras sociedades, ignore la existencia de éste periodo histórico es obvio. Al fín y al cabo los ciudadanos normales no tienen ninguna obligación de conocerlo: que se desee, por la gauche caviar y no tan caviar, borrarlo históricamente en los ámbitos académicos empieza a ser preocupante. Mas esta intención, en la izquierda caviar y no tan caviar, no es siempre causal.
Los principios generales de las democracias censitarias, los principios fundadores de carácter conservador como los mecanismos de actuación de respeto de minorías y mayorías, son finalmente los principios fundadores de nuestro sistema democrático actual.
Se concibió como espíritu integrador : censitariamente en 1837, equívocamente en 1876 o en otra dimensión universalizados en 1978. La diferencia es que las normas del juego democrático, entonces formuladas - en mis estudios de Tesis doctoral entre 1834 - 1840 - para relativas minorías progresivamente ampliadas como beneficiarias en el deambular del tiempo, están ahora, al menos teóricamente, universalizadas afortunadamente para todos.
Nuestro sistema democrático, en su vertiente continental y europea, no proviene directamente del proceso de manifestaciones negativas originado por la desviación totalitaria , acontecida en el periodo de la Revolución francesa. No niego, con éste comentario, un valor histórico intrínseco al periodo revolucionario francés; simplemente reseño un aspecto negativo durante dicho periodo histórico.Tampoco nuestro sistema democrático actual proviene, evidentemente, de la desviación totalitaria del comunismo, implícita también en determinadas manifestaciones del período revolucionario francés y entonces neutralizada, que es ajena globalmente a la tradición judeocristiana de nuestras sociedades europeas.
Nuestro sistema democrático actual es, en grandísima medida, solamente la universalización de los principios y de las correcciones introducidas por los liberales decimonónicos a las manifestaciones de la llamada entonces omnipotencia social, que tanto les preocupó; lo que finalmente expresa la libertad de nuestra contemporaneidad es el derecho a oponerse a la manifestación del totalitarismo. Decir lo contrario a lo anterior es ideología que sustituye, finalmente, lo acontecido en los hechos históricos por el discurso encubiertamente marxista o bien diría groucho marxista en sentido negativo.
Igual que en el resto de Europa acontece en la Historia de España. La democracia censitaria fué la solución, dada por nuestros teóricos liberales españoles, a los riesgos del totalitarismo. En el caso español el problema era más complejo que en otras naciones europeas : pues el absolutismo, en nuestra sociedad, se desplazaba de abajo hacia arriba y no de arriba hacia abajo como nos recuerdan los primeros liberales exaltados, después liberales progresistas y un sector de ellos republicanos más tarde en su literatura. En resumen; quienes invocaban el pueblo en sus discursos carecían finalmente del apoyo del pueblo.
La Constitución española de 1812, con todos sus aspectos positivos que los tuvo, nunca previó para España un sistema democrático entendido con los criterios de los doceañistas que abjuraron de ella posteriormente para poder crearlo : pues el sufragio universal indirecto nunca posibilitó las elecciones existentes como hoy en día. Los doceañistas siempre temieron al pueblo, por ello hablaban de soberanía nacional siempre, nunca de soberanía popular.
Cuando los doceañistas se dieron cuenta que el pueblo votaba en realidad a los realistas decidieron refundar el doceañismo y las manifestaciones políticas de este proceso, en el período comprendido entre 1834 - 1840, generaron la primera democracia censitaria española fundada en torno a dos principios básicos complementarios. Fueron a la vez liberales y conservadores como fueron monárquicos y constitucionales. No tenían más remedio : España, en 1834 - 1840, conoció una cruel guerra civil. Aunque la primera democracia censitaria española, estudiada por mí en mi Tesis doctoral, fracasase parcialmente, por una serie compleja de factores, fué un hecho histórico ineludible que explicaría muchos aspectos del pasado español posterior. La evolución positiva y progresiva de la sociedad hizo el resto. Los derechos políticos generaron los derechos sociales.
Las circunstancias históricas cambian pero determinados problemás básicos en las sociedades siguen siendo inmutables : pues nunca son solucionados.
La problemática de la omnipotencia social, es decir, lo importante no es el pueblo sino quiénes utilizan su nombre, como recuerdo escribió mi admirado D. Antonio Alcalá Galiano en una diatriba contra los liberales progresistas, sigue siendo un problema muy serio en 2.006 y en 2.007.
Las circunstancias históricas cambian pero la psicología y sociología de los seres humanos apenas varían. Si se borran las normas de juego de los principios fundadores de la democracia censitaria, es decir las normas de juego informantes que caracterizan nuestra democracia actual, la izquierda bien caviar, bien groucho marxiana como no caviar, hablo de dimensiones más siniestras, puede de nuevo invocar la omnipotencia social ... y excluir a los demás.
Entiendo por qué el Partido Popular reclama continuamente la Constitución de Cádiz: para que el Partido Socialista no se apropie de ella. La omnipotencia social totalitaria, implícita en el doceañismo, encaja perfectamente en la matriz socialista que abandonó el marxismo y hoy gobierna España. Como entiendo la fascinación reiterada del Partido Socialista por el periodo de la democracia censitaria: el éxito histórico de ellos, es decir, el sector sociológico de los españoles que hoy apoyamos al partido Popular, tiene finalmente su razón de ser en los principios cristianos y judeocristianos como liberales.
El fracaso histórico global de nuestro liberalismo en 1840 - 68 generó, sin embargo, el más que aceptable sistema democrático canovista entre 1876 y 1923. Hoy todos han olvidado que España, entre 1876 y 1923, acorde a las circunstancias históricas de entonces, fué uno de los sistemas democráticos más avanzados del mundo. Sistema integrador curiosamente basado en los principios fundadores de la democracia censitaria. Los mismos principios fundadores que llevaron a la Corona española a impulsar nuestra Constitución de 1978. En 1978, además y teóricamente en nuestra Historia por una vez, pues hubo gran abstención en su votación, la nación fué el pueblo . Una parte muy importante de nuestro pueblo, de ideología muy conservadora, se abstuvo de votarla.
Por eso hay , entre otras razones, que vaciar la Constitución a través de los Estatutos de determinadas Comunidades Autónomas o inventarse supuestos derechos en otras: para garantizar la supuesta omnipotencia social. Una nueva omnipotencia social ejercida bien por la tribu respectiva etnicista o en beneficio de la gauche caviar y no tan caviar aliada con ella.