domingo, 15 de abril de 2007

ANOTACIONES LIBERALES (IX): LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA Y LA REIVINDICACIÓN DE LA REPÚBLICA ESPAÑOLA

Una de las cuestiones, sorprendentes, en el proceso político español en curso, es el intento consciente de aplicar, por parte de un sector del amplio y plural espectro político español, setenta años más tarde, una revancha histórica frente a unos hechos incuestionables y progresivamente zanjados. En el proceso de mutación acontecido en España entre 1975 y 1978, bajo el impulso de la razón coronada en una transición democrática (vocablo razón coronada y mutación acuñados por mí y expuesto en mis intervenciones en Universidad de KUL) a nadie se le ocurrió invocar este precedente de la revancha.
La Transición democrática (1975 - 1978) fué cual fué y aconteció como aconteció pues el objetivo del proceso era que la España ciertamente existente en el periodo del tardofranquismo fuese plenamente legal. Los políticos españoles de la gauche caviar al parecer no podían expresarse al respecto o en contra de ello : bien hace treinta años, o bien hace veintiocho, como no podían hacerlo en 1982 por lo visto, o aparentemente en 1989 . En 1982 o en 1989 el Partido Socialista Obrero y español gobernaba, vaya si gobernaba en España. Incluso recuerdo la exquisita neutralidad y distanciamiento con la que el gobierno socialista de Felipe González entonces conmemoró el estallido y final de la Guerra civil cincuenta años después. Aún recuerdo, igualmente, la larguísima crísis socioeconómica española existente hasta 1996. Mas si en 1981-1982 el Partido Socialista no abandonaba oficiosamente el marxismo, abandono oficioso de cara al exterior hacia la sociedad, nunca ganaría las elecciones de 1982.
Mas lo asombroso es observar cómo, básicamente, las fuerzas de la izquierda del espectro político actual español retomaron públicamente, de nuevo hacia 1.996, 2.002 y 2.004, un asunto sobradamente zanjado en la cronología del pasado español. Me refiero a una memoria histórica alicorta , miope e interesada. Los orígenes de esta tendencia se rastrean a finales de la década de los ochenta. El intento, reiterado y consciente, de reiniciar el debate sobre la Guerra Civil española, lo es en beneficio de un presentismo político sorprendente. Esta cuestión está sobradamente relacionada con la cuestión de los mitos históricos.
Una de las características básicas de las sociedades humanas, como lo es la nuestra española, en el tiempo histórico largo cronológico, es la persistencia de determinadas imágenes y la persistencia de mitos como, en el tiempo corto histórico, es decir, el plazo de una sola generación, la creación de nuevos mitos retomando los anteriores. Estamos en diversos sentidos asistiendo en España a una creciente y enorme mixtificación. Por cierto, cuestión explicada por mí bastante diplomáticamente ya en fecha tan temprana como Noviembre de 2.001.
No entiendo aún muy bien qué tiene que ver el uso de la ya inexistente República democrática y burguesa de 1936, como reclamo publicitario, por el Psoe actual, es decir, finalmente con lo que el Partido Socialista Obrero español defendía en 1936. En 1936 el diario Claridad, por ejemplo, es un periódico siniestro y estremecedor.
Tampoco entiendo del todo cómo se asegura, sistemáticamente, que el precedente de una España democrática en 1978 es la España republicana de 1931 - 1936. Cierto y no del todo cierto, pues una media verdad puede hacer más daño que una mentira. Esto lo hacen los historiadores afiliados al PSOE. La segunda República española fué una democracia de entreguerras que naufragó, con todas las limitaciones de las mismas, mientras que la España democrática que renació en 1978, subsumiendo los ideales de unas clases medias ilustradas y plurales políticamente, poseía en esos momentos, politológicamente hablando, una Constitución de las más progresivas del mundo.
Sí puedo siempre aseverar algo, como historiador, al amable lector; la tragedia civil de 1936 - 1939 no tiene, en su estallido, una única relación directa con el auge inicial de los totalitarismos (fascismos y del nazismo) o del comunismo entonces. Es una guerra que responde, en primer lugar y sobre todo, a una problemática interna de problemas interiores característicos de los españoles. Otra cuestión es que, en el proceso de división inducida por parte de la sociedad que existió en 1934 - 1936, quebrase el orden público en la calle. ¿Qué credencial democrática pueden exhibir, hoy, quienes se reclaman herederos de aquellos que negaron al centro derecha que ganó por mayoría absoluta en las urnas en 1933 el derecho a gobernar en 1933 - 1936?
Vaya periodo democrático en el cual el partido o Confederación, que seguía ideológicamente los criterios del centrismo conservador francés e inglés, tenía que gobernar a través de los radicales y tragarse la revolución de 1934.
Cualquier politólogo serio, por otra parte, sabe sobradamente que las instituciones del periodo histórico del franquismo, aparentemente fascistas, divergían en su funcionamiento de éstas. España conoció un largo periodo dictadorial ciertamente: mas no precisamente al principio de este proceso por culpa directa de la Iglesia. La Iglesia se definió solamente algún tiempo después de iniciada la contienda civil , en legítima defensa a su martirio causado por los republicanos discriminadores.