sábado, 14 de abril de 2007

ANOTACIONES LIBERALES (VIII): ISRAEL (I).

Uno de los aspectos positivos, durante el periodo histórico de lo que sería por otra parte el triste periodo político de la Primera República española, fué el reencuentro de los españoles con la realidad, olvidada por ellos, de Sefarad. Los descendientes de Sefarad son también hoy una de las razones de ser y una de las aportaciones esenciales que integran el conjunto complejo de realidades que integran el diminuto estado de Israel.
Un estado, Israel, democrático y desarrollado, es hoy también clave y avanzadilla cultural de Europa en su complejo puzzle regional. Israel reclama, desde que se creó, su derecho a existir. Este pequeño estado, creado por voluntad de Naciones Unidas como el esfuerzo de sus gentes, sorteó todo tipo de dificultades: la primera, la negativa de sus vecinos a permitir su existencia. Israel consiguió asentarse, políticamente como democracia y socio económicamente: soportó guerras, tribulaciones, terrorismo y cultivó mimosamente su trocito de desierto (hoy se olvida siempre esto) adjudicado por la ONU. Por la fuerza combinada tanto de las circunstancias, como el valor de sus ciudadanos, así como sucesivas mediaciones internacionales, logró también la paz aparente con los estados que lindaban con él : nadie regaló a los israelíes algo.
Mas Israel nunca ha recibido idénticamente a como querría que se le diese legítimamente. Israel, creado y desarrollado por el esfuerzo y talento de sus gentes, también se vió a sí mismo como un elemento esencial para lograr participar y dinamizar también un desarrollo socioeconómico regional en su área geopolítica: es lo único que pensaban cuando alcanzaron las paces con sus vecinos y hasta eso se les ha negado.
Otro poder político de la zona, paradójicamente no directamente en el conjunto geopolítico regional donde está ubicado Israel, en este caso un sector de las autoridades islámicas de una potencia islámica, embebidas por su soberbia como su supuesta superioridad, siguen dispuestas a ver en Israel, diminuto y acosado, como la fuente de muchos males en aquella amplia región.
Israel, sus habitantes, están al final asustados : en un momento dado pueden sentirse espantados. La paz aparente que conoce el estado israelí es estado de guerra soterrada u entrelazada con episodios terroristas : esa sensación de hostigamiento sistemático genera temores. El supuestamente polémico muro por ejemplo, edificado para protegerse y nunca para agredir, olvidan eso los críticos del estado de Israel, es expresión de uno de estos temores. Un muro para evitar entren terroristas y no para que huyan personas de su estado. Pero que el mundo civilizado siempre exija, primero, que un pueblo pueda vivir en paz y, segundo, que dicho pueblo exista legítimamente, es la primera exigencia para una conciencia civilizada. Decía Séneca, fino analista de mecanismos psicológicos, que los peligros agudizan las sospechas, las sospechas engendran los temores. A veces, a causa del espanto, lo que son al final temores inducidos , entre otros el principio de una posible nueva agresión a Israel con la mentira explícita negando el Holocausto, algo que impulsaron de nuevo las autoridades de una potencia islámica, puede desencadenar entre varios un infierno.
Quienes dirigen esta nación se permitieron, no hace mucho, dudar de la existencia del Holocausto : esto es infamia normal. Normal en quienes explícitamente destruyeron en 1978 y 1979 el Imperio: en quienes, en medio de un inmenso aplauso del progresismo occidental antinorteamericano, primero promovieron el desmantelamiento de la potencia iraní, sojuzgaron de nuevo a sus mujeres a las cuales el Imperio iraní trataba de emancipar, y fueron incapaces, durante estos años transcurridos desde entonces de converger estos años con el mundo más desarrollado en contraste, por ejemplo, con el impresionante progreso social y material que han protagonizado desde entonces otras naciones cercanas. Normal en quienes destruyeron el orgullo de un estado, ejemplo de poderío y modelo de moderación geopolítica regional. Es normal en quienes exterminaron una fé como la Bahai en su territorio como en quienes prohíben activamente la libertad de cultos y de conciencia de tantas, las cuales el Imperio iraní toleraba a través del Islám profesado por la Casa imperial no gobernante y que encontró refugio en Egipto.
¿Acaso muchos países musulmanes, como estados actuales, tratan a sus minorías como Israel defiende los derechos de las suyas, ciudadanos israelíes, empezando por los bíblicos samaritanos, los druzos, minorías musulmanas quienes son ciudadanos israelíes? No. ¿Acaso los palestinos tratan a los cristianos palestinos en sus territorios como Israel a los cristianos en el suyo? No. A partir de este momento, estipulada la verdad sobre la razón de ser de Israel, sobra cualquier comentario. La existencia de Israel tiene tanto una razón moral y legal en sí como también una reparación moral y legal desde el mundo civilizado, independientemente de otras cuestiones entrelazadas, por causa del Holocausto . Recuerdo ahora determinadas reflexiones sobre la razón de ser de Israel, realizadas en obras suyas por el intelectual Steiner. Intelectual cuyo periplo bibliográfico sigo siempre. Nunca dejo de recomendar su libro Errata. Récits d´une pensée. Es preciso siempre, por otra parte, recordar las opiniones de alguien tan poco sospechoso como J.P. Sartre sobre la razón de ser de Israel.
P.d.: Esta anotación liberal de hoy se corresponde , parcialmente, a un artículo por mí remitido a una revista y no publicado por la misma.