sábado, 14 de abril de 2007

ANOTACIONES LIBERALES (VII). LA USURPACIÓN DEL LIBERALISMO.

Una característica sistemática, por parte de la actuación de la intelligentsia de la izquierda española en los últimos años, se refiere a la usurpación de nuestro liberalismo. Esto es obvio y en realidad no es proceso casual. Ésta usurpación sigue dos vías y caminos sorprendentes: la primera, en una primera coyuntura histórica, plena consolidación del mismo, es negar a los llamados moderados, es decir, quienes siguen tal tendencia en teoría en el campo historiográfico, cualquier legitimidad. La segunda: de aquí se traspasa al análisis en cualquier momento histórico. Olvidándose, naturalmente, de las circunstancias históricas de su actuación concreta. Veamos, sucesivamente, unos ejemplos.
Los historiadores de la izquierda se olvidan que, en el periodo de 1834 -40, periodo de consolidación de nuestro liberalismo, los llamados peyorativamente moderados (nunca quisieron llamarse así, sino monárquico constitucionales) fueron más sociales aún , como en un sector se preocuparon del pueblo globalizadamente considerado más, que los progresistas. Esto no es una opinión sino un hecho histórico. Hecho hemerográficamente contrastable entre otras fuentes, en primer lugar a través de la entonces opinión publicada, con todas las limitaciones metodológicas que previamente expuse a la misma, por la importancia que tuvieron los políticos periodistas en apreciación de Weber en aquella época. Partir en un presupuesto de análisis, entre otros que seguí, de una disección realista de Weber no es baladí. Weber puede ser "reaccionario", revisable en una serie amplísima de postulados suyos, incluso de afirmaciones sacadas de contexto, pero no era tonto.
La actuación de los progresistas crearía un serio problema social en España con motivo de los procesos desamortizadores entre 1836 - 1856 y después. Mas, como me dijo un historiador de izquierdas, justificando la actuación de los llamados liberales progresistas: "lo único que faltaba es que los progresistas renunciasen a enriquecerse" (sic).
La segunda vía de actuación se refiere al sistemático intento de desacreditar, naturalmente, el sistema político liberal conservador y monárquico existente y vigente en España , entre 1876 y 1923, reduciéndolo al tópico del caciquismo. Segundo intento de simplificación histórica sistemática. Para ello parece ser que la solución es renunciar al método, perdón, a los métodos, métodos que no reponden a la visión estructuralista (naturalmente subyacentemente marxista), olvidándose el incauto ciudadano quien les oye pontificar sobre el "método" que, en este caso, sistemáticamente, el método es la ideología. Afirmar, por ejemplo, que los libros de Pío Moa pertenecen a una persona que hace "historiografía franquista" es un ejemplo de ello, cuando Pío Moa, con independencia de un terrible error que cometió en su vida, cuando además no me consta el Grapo fuese franquista sino todo lo contrario, está después de ese momento y por siempre adscrito a una visión romántica e idealizada de la izquierda.
La tercera vía de actuación se refiere al cambio sistemático de etiquetas sobre el pasado: en 1836, queda constancia de ello en mi Tesis que subsumía un gran número de fuentes, no fué precisamente la nobleza quien crearía un serio problema social en nuestra España comprando fincas desamortizadas en una desamortización mal ejecutada. Como en 1936 el señor Calvo Sotelo podría en un momento dado, sí, ser también un "reaccionario" pero eso no le impedía, por ejemplo, también ser un profundo conocedor de la literatura política del centrismo conservador europeo de la época. El cual nada tenía que ver con el marxismo leninismo del PCE.
La cuarta vía de actuación, finalmente, se refiere al intento sistemático de borrado de memoria colectivo : un ejemplo es pretender, entre otras cuestiones, que España nada menos carecía de industria en 1975 cuando conocía un complejo tejido industrial, de carácter mixto, tanto público como privado. España aquellos años había sido el segundo país del mundo, por ejemplo, en índice de crecimiento industrial, por detrás de Japón por muchos años. No en vano, Franco había apostado a partir de un momento, en 1958 y 1959, por los llamados gobiernos tecnocráticos y se había retirado, en grandísima medida, de la política activa, lo cual no es tampoco una opinión sino algo fácilmente contrastable dejando relativamente actuar a las distintas "familias" (no precisamente en sentido familiar) del régimen. Franco podía ser dictador, figura muy discutible evidentemente, pero no un imbécil.
Finalmente se olvidan también estos sorprendentes herederos de los liberales progresistas de la importancia que tuvieron, pese al hecho distorsionador y profundamente negativo que supuso la existencia de una dictadura, aquellos años de incuestionable avance y progreso socioeconómico como administrativo , en los cuales se restauró un consenso social básico entre los españoles, el cual permitiría el éxito de la posterior transición democrática.
Como se olvidan también naturalmente (dice el refrán de nuestro pueblo: es de bien nacidos ser agradecidos) que nuestra Iglesia fué , en realidad, tanto esencial en la protección de la disidencia como que, a partir de un momento, en aquellos años, al régimen le preocupaba más la Iglesia que la oposición izquierdista y democrática. No toda la oposición de izquierdas era para colmo democrática. Igual acontece con el silencio globalizado del pueblo , silencio no causado solamente por la represión: sino también por el bochornoso comportamiento de una izquierda irresponsable, que tanto contribuyó a la tragedia que vivieron los españoles.
Centro, estipuladas estas reflexiones previas ante hechos históricos indudables, en esta breve aportación destinada a amables y pacientes lectores, mi atención en la raíz última del problema: en el campo historiográfico, obviamente, los integrantes de la actual izquierda española nunca son herederos de quienes dicen que son. Nunca son herederos de los liberales progresistas. Desarrollar esta afirmación requeriría varias anotaciones. Nunca son herederos del pensamiento liberal democrático español como existió entre 1834 y 1923. Nunca pueden arrogarse la herencia de la tradición democrática liberal como social de los españoles. Ni siquiera pueden reclamar la tradición republicana y de orden que trató de reiniciarse en 1931 pues iniciaron en la imposición del modelo progresivamente una exclusión sectaria, junto con los radicales, de la mayoría. En 1936 los autodenominados "Rojos" defendían en realidad un sistema que ha provocado, en el debe pavoroso del siglo XX, cien millones de muertos y la destrucción de innumerables sociedades: el comunismo. Leí por cierto, entre otros además, el "Libro negro del comunismo" en su momento.
Dije dos cosas iniciales en 2.001, sobradamente fundadas historiográficamente, en la Universidad de KUL, alma mater del Santo padre, expresando mi opinión. Opinión como historiador basada en hechos incuestionables y que me fué solicitada por mis colegas los historiadores Ciecianowsky, Taracha y Golebiowsky. "En 1936 no puede reducirse lo ocurrido a un enfrentamiento entre quienes defendían "privilegios" frente a quienes no los defendían" y "Hasta 1975 subvertir tanto con el marxismo como el marxismo leninismo fué un error". Decir esto no es apología del fascismo precisamente. No puedo ni quiero imaginar qué hubiese sido de España si los siniestros carniceros de la Komintern hubiesen triunfado.